—¿Tú crees que eres libre? —preguntó Lucrecia, con ese tonito filosófico que usa cuando quiere que me enrede sola.
—Pues... sí —respondí dudando, sabiendo que cualquier respuesta iba a desatar una conversación existencial.
—Ajá... —dijo levantando una ceja imaginaria—. Entonces por qué a veces te sientes tan atrapada?
No supe qué contestarle, así que decidí hacer lo que mejor se me da: escribirlo.
Estos días he estado pensando en lo que significa la libertad.
Y llegué a una conclusión extraña: la libertad es un juego en el que cuando ganas... automáticamente pierdes.
Me explico.
Hace casi 3 años decidí aventurarme a hacer mi primer viaje sola.
Todavía recuerdo la sensación de curiosidad que me corría por las venas mientras preparaba mi maleta. No sabía qué esperar, a quién iba a conocer, si me gustaría o no... y eso, lejos de frenarme, me impulsó.
Era la primera vez que estaba sola en un lugar nuevo. Mi sentido de orientación (ese que normalmente anda de vacaciones) se activó por completo. Llegué sin perderme —milagrosamente— y estando ahí, sentí una emoción tan intensa que por un momento olvidé todos mis miedos.
Esa sensación de ser libre… uf.
Podía ser yo. Porque nadie me conocía. Porque podía cambiar de opinión a cada rato. Porque no había rutina que obedecer, ni expectativas que cumplir.
Y aunque seguía trabajando, descubrí que hacerlo desde otro lugar, con otro paisaje, hacía toda la diferencia. Mi creatividad estaba al 100 y todo me parecía más fácil, más bonito, más yo.
Me enamoré.
Me enamoré de eso que, en ese momento, yo creí que era la libertad.
Estuve un mes fuera, pero me pareció un año por todo lo que viví. A los pocos días ya tenía amigos, lugares favoritos, cafés de confianza, caminos sin mapa. Me movía sin perderme (casi siempre). Y por estar tan metida en el rush del viaje... no me di cuenta de lo que estaba dejando de lado por estar ahí.
Y es que dicen que no puedes tener todo en la vida…
—Pero tú sí quieres, ¿verdad? —interrumpe Lucrecia— Todo. Al mismo tiempo.
—Sí, obvio.
—¿Ves?… Por eso te frustras.
🙄
Sigamos.
Porque la libertad —esa palabra que suena tan bonita— a veces no es tan bonita.
Y ahí es cuando te das cuenta de que cada paso hacia la libertad es también una perdida.
Por que sí, gané muchas cosas en ese viaje: confianza, valentía, inspiración, recuerdos hermosos. Pero también perdí otras: estabilidad, celebraciones familiares, amistades que se enfriaban, rutinas que extrañaba, y ese anhelo agridulce de pertenecer a algún lugar… aunque fuera solo un ratito.
Y por eso digo que la libertad es un juego raro.
Cuando crees que estás ganando, también estás perdiendo algo.
Ahí fue cuando empecé a cuestionarlo todo:
¿De verdad eso era libertad?
¿O solo era una versión bonita del escape?
¿Es la libertad hacer lo que quiero? ¿O elegir con conciencia qué dejar ir y qué conservar?
Y creo que ahí está el corazón de todo:
La libertad no es un destino. Es una elección diaria.
Y a veces, elegirla duele un poco.
Así que si me preguntas qué es la libertad, no te diría que es no tener ataduras.
Te diría que es tener el valor de elegir lo que te hace sentir viva. Aunque a veces, duela un poco.
Un día se siente como subirte a un avión sin fecha de regreso.
Y otro día, como decirle que no a algo que ya no va contigo.
A veces, es caminar sola.
Y otras, saber pedir compañía.
La libertad es poder decir “esto sí, esto no” sin culpas.
Pero como todo en la vida, también tiene su precio: renunciar.
Y ahí es donde, como en todo buen juego… cuando ganas una cosa, pierdes otra.
¿Vale la pena?
Para mí, sí.
—Para mí también —agrega Lucrecia—. Mira qué vista…
Estoy sentada junto a la ventanilla del avión, viendo el cielo de arriba, ese cielo que parece infinito y se junta con el mar Caribe. Y me doy cuenta de que no cambiaría este momento por nada. 😍
Aunque eso a veces implique irte.
Y otras… quedarte.
—¡Qué profundo! —suelta Lucrecia, y como no sé si tomarlo en serio o como burla (creo que es más lo segundo) mejor lo dejamos aquí.
—Sí, mejor vamos a relajarnos un chingo —agrega y ahora sé que sí es lo segundo 🙄
Si tu vocecita te estresa a veces....
No olvides tu mantra: relájate un chingo y suelta el estrés 🧘🏻♀️
Ya sabes que te lo digo porque te quiero 😘
¿Nos conocemos? 🙃
Si quieres saber un poco más del “contenedor de Lucrecia” es Aquí ✨
Tuviste un hermoso viaje del alma. Descubriste cómo funciona el “Equilibrio de la vida”. Eso es libertad.
Bienvenida al club!! 🙂↔️🙌
ahí le diste de pleno, es una decisión diaria, poder elegir es libertad, yo cuando observe a mi padre levantarse por la mañana al porche, mirar al infinito, y decirse así mismo, hoy voy a hacer esto, fue revelador para mi, esa es la mejor libertad que existe y nadie te la enseña hay que cazarla al vuelo tal como vuelas en este momento. todo lo demás son performas para parecer algo que se han aprendido sin saber bien que están haciendo. ole me alegro.