Estar listo…
Esta es una de esas frases que suenan bien, que se ven divinas en un post de Instagram con fondo pastel y tipografía cursiva…
Pero en la vida real, ¿qué significa exactamente estar listo?
Algunos dirán que es esa sensación medio mágica en el cuerpo que te grita:
¡Es hoy, es hoy!
Como si hubiera una fecha secreta marcada en el calendario en la que, por fin, te vas a sentir lista.
Y sí, suena bonito, pero…
¿qué pasa cuando pasa el tiempo y esa sensación nunca llega?
Empiezas a ponerte ansiosa.
Y entre más la buscas, más parece alejarse.
—¿Y entonces cómo se supone que vamos a empezar algo nuevo si no estamos listas? —pregunta Lucrecia, medio al borde del colapso.
—Eso mismo me pregunto…
También está la otra versión:
La de “hazlo aunque no estés lista, échale ganas, a la brava”.
Y sí, esa también tiene su encanto…
pero después de varios intentos fallidos terminas igual que al principio, solo que más cansada y frustrada.
Y ahí estás, atrapada en medio:
esperando una señal que no llega,
pero también sin ganas de volver a intentarlo.
—Ashhhh ya... ¿me avisas cuando acabes? Esto me está dando ansiedad —se queja Lucrecia.
—Tranqui… respira.
Entonces, ¿qué nos queda?
Soltar.
(Ya sé, suena medio cursi. Pero espérame tantito.)
Soltar la idea de que un día mágicamente te vas a sentir lista.
Soltar la presión de hacer por hacer solo para “avanzar”.
Soltar la prisa.
Soltar la culpa.
Soltar la idea de que hay un momento perfecto que estás dejando pasar.
Y empezar a considerar algo distinto:
¿Y si simplemente pruebas?
No para forzarte, ni por miedo.
Sino para descubrir qué se siente.
Para ver si algo te acomoda, si te hace sentido, si te da paz.
Probar es decirte:
“Voy a intentarlo.
Si me gusta, continúo.
Si no, lo dejo.
Y de cualquier forma, aprendo.”
Nada más.
Nada menos.
—¿Pero eso no es lo mismo que lanzarte sin estar lista?
—Parece que sí… pero no.
Probar no es aventarte a lo loco.
Tampoco es quedarte congelada esperando la señal divina.
Es dar un paso.
Solo uno.
Y luego ver cómo te sientes.
Si se siente bien, das otro.
Y si no, también está bien dar la vuelta.
Porque la verdad es que nunca se está cien por ciento lista.
Siempre va a haber algo que “falta”.
Siempre se puede hacer mejor.
Pero también puedes ir ajustando mientras avanzas.
Y si no funciona…
Te relajas un chingo, te das un abrazo,
y recuerdas que estás haciendo lo mejor que puedes
con lo que tienes hoy.
Ya sabes que te lo digo porque te quiero 😘
¿Nos conocemos? 🙃
Si quieres saber un poco más del “contenedor de Lucrecia” es Aquí ✨